De entre todos
DE
ENTRE TODOS ELIJO AL DE LA REJA MAS LARGA
Tomaba
yo el sol, o lo que quedaba de él, porque ya era atardecida, en una
playa arenosa del levante español, justo al lado de un grupo de
chicas y chicos, unos siete: cuatro chicas y tres chicos, que ya se
estaban preparando para el último de sus baños, cuando vi que,
entre las chicas, echaban a suerte, jugando a piedra, papel o
tijera, a ver a quien le tocará primero elegir al hombre con el que
labrarían la arena.
Mientras
jugaban, miraban a los chicos, que para ellas eran más burros que un
arado, por ver a quien de ellos se le ponía más tiesa, diciendo
alguna de ellas, mientras otras sonreían:
-El
arado rabudo y el arador barbudo.
-Ni
prende de ese el arado.
-Y
ese no está en eso; tiene dificultad en la erección.
-Arada
de arena con cantos y conchas de chirlas no la hacen todos los
burros.
Cuando
terminaron el juego, la ganadora les dijo a las amigas:
-De
entre todos elijo al de la reja más larga.
Ella
eligió al chico que todas hubieran elegido. Era rabudo, pero no
barbudo y, además, cultivaba la lengua, y era muy gracioso pues
decía “arameo” por “ahora, meo”.
Ellos
sabían del juego de las chicas y estaban preparados por ver a quién
de ellos ellas elegirían.
La
ganadora se dirigió al rabudo que no necesitó bajarse el bañador,
pues ya se le salían las pelotas y la reja cual erecto punzón. Le
hizo tumbarse abierto de piernas sobre la arena y agarrarle a ella
las manos por detrás, tirando de él y, él, abriendo surco.
¡Qué
de risas¡ ¡Qué bella estampa¡
Algunas
de las chicas decían:
-Arador
de arena es, y no necesita barba.
--Se
saca arador con paja de azadón.
Y
ja, ja, ja. Yo, también, reía.
Uno
de los chicos le gritó al agraciado:
-A
ver si aras toda la playa antes de que se oculte el sol.
La
chica que tiraba del chico se llama Casilda y a él le llaman
“Araguato”, porque se parece a un mono del Brasil.
Casilda
anduvo con Araguato unos veinte metros, hasta que una túnica
transparente y sutil cubrió el humor cristalino de unas conchas de
mejillón.
Ahí
se pararon, quedando él derrengado y, ella, soltándole y vuelta
hacia él, diciéndole:
-Y
ahora, machote, te toca un cunnilingus sobre la espuma del agua a
orilla de la playa.
-Daniel
de Culla